martes, agosto 08, 2006

Brevario del acto de ser sentado


Empezar a describir cualquier proceso exige de cierto grado de reflexión.

En primer lugar uno no puede enfrentarse a la mera existencia de cualquier elemento que conforma una realidad física sin haberse propuesto firmemente aproximarse asintóticamente a las más elementales características del sujeto a estudio.
Siendo así, es como uno puede imaginarse la principal y más obvia de las realidades aparentes: la sumisión. Como buen animal doméstico el sillar o silla está resignado a aceptar todo aquello que precise de su particular leivmotiv mobiliario.
Partiendo de esta revelación, nuestro siguiente cometido es procurarnos un modelo diario en el que se nos dé la oportunidad de sentir en primera persona alguno de esos accesos de desposesión de la voluntad. Cualquiera en su casa, en su familia, en su círculo más íntimo puede localizar rápidamente alguna de estas actitudes tan fácilmente reconocibles; a modo de apoyo contextualizador se procede a hacer una breve enumeración de muestras recogidas en la colección de escritos amorales del autor de la Escuela de Viena, Fritz Jürgen Grünnenmeier (Friedberg, Schweiz; 1832-1914):

"El aislacionismo motriz, la fuga intestinal, el estertor sonoro, un domingo en el río, la cefálea precoital, la irascibilidad mingitoria, el esputo acervezado, la cebada sin recoger, el encendimiento profuso de ideas contravenidas y vinientes, el deambular desatendido, la conversación no articulada, la ubicuidad estática y el sucinto pero molesto -ismo final, istmo inicial".



Habiendo reconocido Usted a su persona, o bien trazas de seres cercanos, en los comunes ejemplos anteriormente presentados, no podemos por menos que dejar bullir la corriente de emociones contenidas-enfrentadas.

Aquel que se acerca a la observabilidad de las realidades no apreciadas por vez primera, podrá sentirse un poco confuso ante el proceloso método de estudio con el cual afrontamos cada una de las materias que nos preocupan, empero el no iniciado debe ver en esta sumisión consentida un desprendimento y entrega absoluta a aquel hacedor o sustentador que le somete; debe el
non ducho reflexionar acerca de la no consciencia voluntaria por la que la silla o sillar se desliza en un despertar en la oscuridad continua; aprehender el amor con el que se despoja de cualquier tipo de atadura; esa sublemación del egoísmo pétreo.

Por lo pronto se invita vehementemente a aquel que en actitud icárea se sienta abrumado ante la insignificancia de su estado consciente, proceda a batir las alas del conocimiento con mayor mesura.
En próximos números se avanzará en nuevos rasgos propios del sillar o silla.

Una relectura de ésta, su primera vez, le ayudará a clarificar métodología, simbología y alguna
logía más.

Es una producción de
Corazón de barro para La Mujer de Hojalata